jueves, 15 de noviembre de 2012

Hemos encontrado el camino.

Termina la huelga general del 14 N, y, antes que nada, toca agradecer a muchos de vosotros/as vuestra participación en la pasada asamblea informativa y vuestra implicación en la preparación del la huelga. También, por qué no, toca felicitarnos por el éxito de la huelga y de las manifestaciones del día.

La jornada del 14 N ha sido un éxito indiscutible, pero, claro, ahora toca soportar lo de siempre.
La derecha mediática calificará de fracaso la huelga y las manifestaciones de ayer. No podía ser de otra manera, más que nada, porque desde hace días ya tenían preparados artículos y editoriales. Lo del payaso de Hermann Tertsch no es más que una prueba esperpéntica de una práctica ya habitual en cierto tipo de “periodistas”.
También nos llegará la opinión de esos “demócratas de toda la vida” que, aunque no vean, o no quieran ver, la coacción que ejerce la patronal ante cientos de miles de trabajadores con contrato en precario, magnifican incidentes aislados de algún piquete y convierte lo anecdótico en la nota general, para así, tratar de deslegitimar el éxito de la huelga.
Para completar, intervendrá el gobierno, que pese a estar hundiendo al país con una política neoliberal despiadada, nos dirá que somos unos irresponsables por participar en la huelga general. Pero, por descontado, a ningún ministro se le pasará por la cabeza que el desencadenante de esta huelga ha sido su prepotencia y nula capacidad de negociación.

En esto debates no vale la pena entrar, hay posturas que se deslegitiman por sí solas. Mucho más interesante es que nos paremos a reflexionar, no ya en el éxito de la huelga, sino en como se ha organizado para lograr este éxito.

La huelga general del 14 N se ha organizado con una configuración distinta de la habitual. No han sido sindicatos en solitario, con el apoyo, más o menos espontáneo de alguna organización política, los que han puesto en marcha el 14 N. Organizaciones sociales (movimientos vecinales, organizaciones de consumidores, colectivos con diversas reivindicaciones, asociaciones profesionales…), habitualmente desconectadas de la acción de los sindicatos, han sumado sus fuerzas para poder paralizar al país y conseguir una presencia multitudinaria en las manifestaciones.
La nueva unión de fuerzas aún es embrionaria, pero abre una vía de esperanza muy importante. La situación en que nos encontramos es tan grave que no se puede revertir sólo con la acción política o sindical, es necesario añadir también la presión de organizaciones sociales. Sólo así, aglutinando fuerzas, podremos agrupar a un sector de la ciudadanía lo suficientemente amplio como para cambiar el rumbo al que se dirige nuestra sociedad. Aunque muy a pequeña escala, ya tenemos ejemplos que nos indican que este es el camino correcto (basta pensar en los logros del movimiento Stop Desahucio o en lo sucedido en el Hospital de la Princesa).

 El rumbo a tomar está claro y, aunque nos queda un largo recorrido, por lo menos, ya hemos encontrado el camino.